Las empresas pueden ser innovadoras tomando como referencia y orientación estratégica el cliente. Y de eso se trata, de cómo hacer posible que la innovación se desarrolle en las empresas cuando éstas se plantean de/hacia/desde el cliente. De lo que realmente se trata es de transformar sus necesidades en oportunidades y éstas en productos y servicios, que estén equilibrados en sus relaciones de coste-beneficio y se presten en las mejores condiciones posibles, teniendo en cuenta la escasez relativa de medios y el uso alternativo de los mismos.
También se trata de incorporar en la empresa métodos y técnicas que si no estaba realmente orientada al cliente, no precisaba mucho o muy poco o nada. Por ejemplo, se trata de conocer al cliente, se trata de saber analizar, de saber estudiar las necesidades, modelizar e interpretar la realidad, se trata también de saber investigar no sólo los mercados, sino también el mundo interno, ahora que ya hemos aprendido las técnicas y métodos necesarios. Innovar no es sólo hacer investigación de mercados, sino constituir plataformas que permitan un conocimiento “casi automático” de los clientes y sus necesidades. Y se trata de combinarlas con el mercado, saber organizarlas con tus propias logísticas y formas productivas y convertirlas just-in-time en la mejor relación coste-beneficio.
Hay empresas que se mueven fuertemente en este apartado, que saben manejar la información, que analizan constantemente el cliente y sus comportamientos, que proyectan su actividad teniendo muy en cuenta esta realidad. Hay otras sin embargo, que prefieren proyectarse desde sí mismas, suelen ser más idealistas y aventureras, pero pueden ser también sólidas, siempre que encajen con el mercado o lo creen, lo modelen a su forma de ver las cosas, a su propio proyecto. Hay otras, muy pocas, que integran ambas facetas.
Visto en: www.robertocarballo.com
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